El magnesio cumple funciones esenciales en el organismo, destacando su papel protector sobre los riñones, órganos encargados de filtrar y purificar la sangre. La carencia de este mineral aumenta el riesgo de formar cálculos renales, especialmente de oxalato y fosfato de calcio, que representan el 85 % de los casos. Se ha observado que en regiones con agua blanda (pobre en minerales) la incidencia de litiasis renal es mayor, lo que resalta la importancia del magnesio en el equilibrio mineral del cuerpo.
Ciertos medicamentos, como los diuréticos y algunos fármacos cardíacos, reducen las reservas de magnesio, por lo que su suplementación debe considerarse durante estos tratamientos. El déficit de este mineral y los cálculos renales comparten causas comunes: consumo elevado de azúcar, alcohol, café y bebidas gaseosas con ácido fosfórico, que no solo agotan el magnesio, sino que también deterioran la salud ósea.
El magnesio actúa como estabilizador del calcio, ayudando a mantenerlo disuelto en la orina y previniendo su cristalización, incluso en casos de deshidratación. Además, previene la acumulación de calcio en tejidos, lo cual podría causar espasmos musculares, fibromialgia, calcificación arterial y otros trastornos.
Estudios clínicos revelan que más del 35 % de quienes padecen cálculos renales tienen bajos niveles de magnesio en orina y altos niveles de calcio. Este mineral ha demostrado ser más eficaz que los diuréticos convencionales para prevenir y tratar esta afección. Un caso notable es Groenlandia, donde la baja prevalencia de litiasis renal, enfermedades cardíacas y osteoporosis se ha vinculado a una dieta rica en magnesio y baja en calcio, destacando la importancia del equilibrio mineral para la salud renal y general.
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