Desde una mirada integradora de la salud, diversas tradiciones como la medicina china y la herbolaria andina proponen que cada estación invita a un ajuste interior. En primavera, por ejemplo, sugieren desintoxicar y equilibrar el hígado para transitar un verano vigoroso y llegar al otoño con defensas altas. Esta visión dialoga con el antiguo principio hipocrático de que el alimento sea el medicamento, situando la nutrición en el centro del cuidado cotidiano.
En primavera conviene priorizar hojas verdes, hierbas amargas suaves y caminatas al aire libre para despegar el metabolismo. En verano es ideal favorecer frescos naturales, buena hidratación y comidas ligeras. El otoño invita a caldos, raíces y ritmos más tranquilos; en invierno resulta importante abrigar la energía con descanso profundo y platos tibios. Este ritmo sencillo convierte la prevención en un hábito cotidiano.
El ayuno surge como una práctica importante y se destacan hábitos sencillos como respirar profundo, alinear la columna, cultivar el perdón y meditar u orar para fortalecer el sistema nervioso. En una comunidad de cien personas, treinta podrían tener algún malestar y setenta aparentan bienestar. La propuesta holística integra acupuntura, reiki, shiatsu, cromoterapia, geoterapia, musicoterapia, plantas medicinales, dieta personalizada y educación para la salud, sumando lo que favorece el bienestar para activar el poder curativo del organismo.
Dentro de los nutrientes se destaca el papel del magnesio, así como el de minerales y vitaminas que la vida moderna tiende a erosionar. Muchas personas están sobrealimentadas pero mal nutridas: abundan las calorías vacías mientras falta densidad nutricional y cultura alimentaria. A esto se suman factores ambientales como la contaminación del aire, el plomo y el ruido que afectan la psique y alteran el equilibrio mineral del cuerpo, por lo que conviene reducir exposiciones y reforzar las defensas con descanso, movimiento e hidratación.
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