Desde mi experiencia como especialista en medicina integrativa, me ha fascinado cómo el conocimiento sobre la microbiota intestinal ha transformado la comprensión de la salud digestiva, inmune y emocional. En este contexto, el omega-3 se destaca como un nutriente clave que va más allá de su conocido impacto en el corazón o la inflamación. Hoy comparto por qué es fundamental para el equilibrio microbiano y un aliado para cuidar la mucosa intestinal.

Los ácidos grasos omega-3 forman parte esencial de los lípidos que constituyen las membranas celulares. Esta estructura fluida permite una comunicación eficaz entre células, incluso en tejidos como la capa submucosa del intestino. Además, regulan procesos inflamatorios y fortalecen la integridad de la barrera intestinal.

El equilibrio entre omega-6 y omega-3 es vital. La alimentación moderna tiende a favorecer excesivamente los omega-6, con proporciones que superan el 15 a 1, cuando lo ideal es acercarse a una relación entre 2 a 1 y 5 a 1. Por ello, recomiendo aumentar fuentes naturales de omega-3 como nueces, semillas de linaza, sacha inchi, algas y pescados pequeños, y reducir el consumo de aceites vegetales refinados y ultraprocesado.

Respecto a la microbiota, se ha comprobado que el omega-3 promueve un ambiente intestinal más equilibrado, favoreciendo bacterias beneficiosas y limitando especies oportunistas. Este efecto mejora la barrera intestinal, reduce la inflamación sistémica y modula la respuesta inmune, con impactos positivos en enfermedades como colitis ulcerosa, Crohn e intestino irritable.

Según la Dra. Cecilia Torres, pionera en aceite de omega-3 en Perú, la sinergia con el magnesio es fundamental. Sin este mineral, la absorción del omega-3 se reduce radicalmente. También recomienda no calentar el aceite de omega-3, ya que el calor lo oxida y pierde eficacia; debe consumirse frío.

TE PUEDE INTERESAR: