¡Habla, sobrino! En las últimas semanas, las noticias de extorsiones a choferes han estado más cargadas que nunca. Los amigos transportistas tuvieron que parar y suspender sus rutas para ser escuchados. Ahora, al problema de la informalidad y el tráfico, los que chapamos nuestro micro también tenemos que sumarle la preocupación por la inseguridad.
Recuerda, sobrino, que el transporte público no es un lujo, es lo que hace que la economía se mueva. Nueve de cada diez viajes diarios en Lima y Callao se hacen en bus, combi o coaster. Son 24 millones de trayectos al día que permiten que la gente trabaje, estudie y viva. Si el transporte se detiene, se detiene la chamba, el colegio y hasta el mercado. Es la columna vertebral del país.
No podemos normalizar que salir a manejar sea sinónimo de miedo. El Estado tiene que actuar con mano firme, con más inteligencia, protección real a rutas y choferes, y cero tolerancia a la delincuencia. ¡Basta de parchar! ¡Toca enfrentar! Porque si el transporte se perjudica, nos perjudicamos todos.
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