De las muchas salvajadas que cometen los extorsionadores que hoy vemos en acción, una de las peores es atacar con explosivos y balas a colegios a cargo de gente a la que estos delincuentes exige dinero. Lo vemos especialmente en Lima y la convulsionada ciudad de Trujillo. Usted, estimado lector, ¿estaría tranquilo de mandar a sus pequeños a un centro educativo donde un grupo de delincuentes podría ametrallar la puerta o colocar un cartucho de dinamita? La respuesta es clara. Lo que también es claro es que el gobierno de Dina Boluarte está en otra galaxia y no parece dispuesto a atacar el problema de la violencia que ya no perdona ni a los colegios. Parece que más importante son los líos de los Rolex y ahora una supuesta ausencia del cargo por someterse a una intervención estética. Estamos mal, pero lo más grave es que no se ve solución ni la voluntad de las autoridades de ponerse en los zapatos del peruano que sufre los problemas que nadie quiere solucionar. Qué grande fue la equivocación de los peruanos al votar por Pedro Castillo y su vicepresidenta. Un gran error.