Cualquier ciudadano que haya ido a un hospital y centro asistencial de Estado, sabe que la cosa es crítica tanto en Lima como en cualquier capital de región, y ni qué decir de las provincias y distritos más alejados. Nos lo demostró la pandemia de COVID-19 y ahora en dengue. La situación es para llorar. A Pedro Castillo no se le podía pedir nada porque su gestión aparte de inepta, estaba dedicada a saquear el Estado y no ser descubiertos. Si la presidenta Dina Boluarte quiere ser recordada por los peruanos más pobres, al menos debería sentar las bases para que en dos o tres años, los ciudadanos que no pueden pagar una clínica o un consultorio privado, cuenten con su servicio de salud público digno de seres humanos, donde una operación de “urgencia” no tenga que esperar tres meses, o que un paciente con una pierna rota no sea obligado a esperar atención tirado en el piso de un pasillo, mientras burócratas como los de Essalud compran camionetas y se llenan de asesores.