El país está de luto por el asesinato del técnico tercero de la Marina de Guerra del Perú Edgar Tiburcio, quien cayo durante las operaciones que militares y policías llevan a cabo en la zona de Vizcatán del Ene, en el Valle de los Ríos Apurímac Ene y Mantaro (Vraem) con la finalidad de limpiar de una vez ese sector de esa banda de terroristas y narcotraficantes manejada por Víctor Quispe Palomino (a) “José”, quien hace tiempo tendría que haber sido eliminado para lograr finalmente la pacificación de esa parte de nuestro territorio que sigue infectada por estos residuos pestilentes de Sendero Luminoso. Si algo nos debe unir a los peruanos, es el apoyo a los esfuerzos que se hacen desde el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas Armadas para acabar con esos criminales que cada cierto tiempo cobran la vida de un uniformado, al tiempo que mantienen en cautiverio a gente inocente, especialmente niños a los que más tarde lanzan como carne de cañón para luchar por una supuesta “revolución” que solo existe en sus mentes enfermas, pues todos sabemos que allí el “negocio” es la droga.