El sábado, por la tarde, muchos peruanos sintieron una punzada en el corazón y, seguramente, no faltaron los que soltaron una lágrima.

Y no por el pobre empate de la selección de Gareca frente a los troncos de Nueva Zelanda, sino por el matrimonio de Lucianita León, a los 39 años.

La congresista aprista e hija de Rómulo León fue por varios años algo así como la novia del Perú, y su boda con el suertudo economista Augusto Narvarte, en la imponente iglesia San Pedro, sorprendió a propios y extraños porque se sabía poco de su vida sentimental.

Su belleza, carisma y la candidez para abordar algunos temas la tuvieron siempre en la aceptación popular. No en balde lleva tres periodos consecutivos en el Parlamento y suma varias leyes de importancia.

Pese a errores conceptuales, como ese de que un lavado vaginal puede prevenir un embarazo no deseado, su madurez política es innegable. Quizá por eso Lucianita creyó que era el momento preciso para embarcarse en la conformación de una familia. Ni corto ni perezoso, Rómulo León, que tiene dos dedos de frente, ya le pidió unas mellizas.

Solo nos queda desearle que sea feliz y como perdiz, sin descuidar por supuesto su labor legislativa, que es el encargo que sus miles de electores le dieron.

Esto fue todo por hoy, guardo mi lápiz entristecido, hasta mañana.

Esto fue todo por hoy, guardo mi lápiz entristecido, hasta mañana.