SARA ABU-SABAH

Sin duda lo son, pero no todas las son iguales. Mientras más ingredientes tenga la sopa, esta será más nutritiva, pero también más energética; es decir aportará más calorías. Con esta premisa se puede ubicar la sopa en el lugar correcto en la dieta de la persona que la consume.

Por ejemplo: si hablamos de niños, teniendo en cuenta que su estómago es pequeño y se llena rápido, para que la sopa le sirva debe ser contundente y tener presa, verduras menestra, cereales o tubérculos. De esta manera, representa un plato de fondo suficiente en una de las comidas principales.

Si el caso es de una persona adulta que necesita perder peso, una sopa ligera con pocos ingredientes, pero mucho sabor puede ser una entrada (que ayuda a llenar el estómago) y como segundo plato: una ensalada más un guiso de pollo.

Pero si la sopa es para un adulto mayor, el caldo puede servir muy bien como líquido para hidratarse y calentar el cuerpo a lo largo del día. Esta sopa no solo concentra sabor, también carga los minerales y algunas vitaminas que soltó el alimento durante la cocción. No aporta calorías.

Con estos ejemplos nos damos cuenta que la sopa es muy versátil y que dependiendo del objetivo que queremos, elegimos ingredientes y forma de consumo.

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