El tomate, rico en antioxidantes como el licopeno y la vitamina C, es un alimento esencial en muchas dietas. Sin embargo, al decidir si consumirlo con piel o sin ella, la seguridad alimentaria y la calidad nutricional juegan un papel crucial.

La piel del tomate contiene una gran cantidad de fibra y antioxidantes, lo que la hace valiosa desde el punto de vista nutricional. No obstante, también puede ser un punto crítico de acumulación de residuos de pesticidas y microorganismos si no se lava adecuadamente. Los métodos tradicionales de lavado con agua no siempre eliminan por completo estos contaminantes, especialmente si el tomate no es orgánico.

Quitar la piel puede reducir la exposición a estas sustancias, pero también se pierden algunos nutrientes. Una alternativa es lavar los tomates con soluciones desinfectantes aptas para alimentos y optar por productos orgánicos siempre que sea posible.

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