La piel es el órgano más grande del cuerpo y el rostro, por su delicadeza, refleja con claridad cómo estamos por dentro. Estrés, cambios de clima, exposición a pantallas y exceso de productos pueden dejarla cansada y opaca. La dermatocosmiatra Raquel Quincho, docente del Instituto Carrión, explica cómo reconocer estas señales y proporciona tips para preparar la piel previo a la llegada del verano.
SEÑALES. Enrojecimiento persistente, ardor al aplicar productos y descamación son indicios de que la piel necesita una pausa. También puede aparecer tirantez, opacidad y brotes, reflejo de un exceso de activos que altera su capacidad de retener agua y mantenerse saludable.
RUTINA. Durante dos o tres semanas limite la rutina a limpieza suave sin sulfatos, hidratación profunda con humectantes y emolientes, y protección solar diaria. Así la piel se fortalece y afronta la temporada de verano sin irritaciones.
CUIDADOS. Evitar ácidos, retinoides y productos con alcohol o fragancias antes de la exposición solar ayuda a prevenir manchas e irritaciones. Incorporar hidratantes y antioxidantes, dormir bien y mantener hábitos de descanso contribuyen a una piel más estable y resistente.
ALERTA. La sobrecarga de productos puede confundirse con sensibilidad. Si nota ardor, descamación o brotes frecuentes la piel está fatigada y necesita una pausa.
El descanso cutáneo ayuda a que la piel se recupere. Suspender exfoliantes y tratamientos intensivos fortalece la barrera y su resistencia al sol.
PROTEGERSE DEL SOL. Suspender ácidos dos semanas antes del sol directo reduce riesgo de manchas y reacciones cutáneas, permitiendo que la piel se adapte mejor.
RITMO. La piel opaca o con brotes tras usar productos habituales indica fatiga. Ajustar la rutina a lo esencial ayuda a restaurar su equilibrio.
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