Una bicicleta funeraria une a la muerte y la vida cotidiana.
Una bicicleta funeraria une a la muerte y la vida cotidiana.

Acorde con los nuevos tiempos, en que se debe ahorrar y ofrecer un servicio innovador y a menos costoso, un empresario de pompas fúnebres en Berna, Suiza, ofrece transporte del difunto en su cajón en un triciclo o de carga con motor eléctrico, parecido a las carretillas que en el Perú usan los ropavejeros y vendedores de frutas.

La casa Aurora Bestattungen comenzó a usar su coche fúnebre a pedal en mayo de 2021. Es una bicicleta eléctrica de carga personalizada, la Bestattervelo o bicicleta funeraria, que cuenta con una parte superior semiabierta que protege los ataúdes sin ocultarlos, y la asistencia eléctrica de la bicicleta hace que el viaje sea sin mayor esfuerzo físico para el conductor.

Más que los coches fúnebres tradicionales, una bicicleta funeraria yuxtapone la muerte y la vida cotidiana.

Los ataúdes son casi íntimamente visibles, dada la menor velocidad a la que viajan las bicicletas, y su proximidad a los peatones. Abogando por un enfoque abierto de la muerte, Aurora es parte de Bärn treit, un movimiento liderado por la ciudad para abordar los tabúes que rodean la muerte y la muerte.

El ataúd se aprecia a simple vista.
El ataúd se aprecia a simple vista.

La idea del coche fúnebre sobre dos ruedas se le ocurrió a Gyan Härri mientras transportaba a su esposa embarazada en una bicicleta de carga al mercado.

“Me gustó mucho la idea de llevar a mi familia, ya que nos apoyamos mutuamente a diario. Quería sugerir a mis clientes que carguen a sus seres queridos fallecidos en esta última etapa de la vida”, aseveró.


Novedoso negocio fúnebre

Todo este negocio fúnebre es parte del proyecto de la ciudad suiza para sacar la muerte de la esfera de los tabúes. La ciudad también es líder en movilidad sostenible: 10,000 bicicletas la montan todos los días. Y no solo eso: también es la última de las iniciativas para continuar el camino de Berna hacia una sostenibilidad ambiental más amplia.

Con estos proyectos, Berna espera promover una “cultura de ayuda mutua”, para aliviar la angustia, la soledad o la exclusión ligadas a la muerte. Es parte de una red de “ciudades compasivas”, junto a Colonia en Alemania, Plymouth en Inglaterra u Ottawa en Canadá: ciudades que pretenden, bajo esta etiqueta, mejorar el enfoque colectivo de la muerte.