La Dra. Katalin Kariko de Hungría y el Dr. Drew Weissman de EE. UU., ganador del Premio Nobel de Medicina, hablan durante una conferencia de prensa en la Universidad de Pensilvania en Filadelfia el 2 de octubre de 2023. (Foto de Mandel NGAN / AFP)
La Dra. Katalin Kariko de Hungría y el Dr. Drew Weissman de EE. UU., ganador del Premio Nobel de Medicina, hablan durante una conferencia de prensa en la Universidad de Pensilvania en Filadelfia el 2 de octubre de 2023. (Foto de Mandel NGAN / AFP)

La bioquímica húngara Katalin Karikó y el investigador estadounidense Drew Weissman ganaron este lunes el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre el ARN mensajero que abrieron la vía para el desarrollo de las revolucionarias vacunas contra el COVID-19.

Los científicos “contribuyeron al desarrollo a un ritmo sin precedentes de una vacuna durante una de las mayores amenazas para la salud de la humanidad en los tiempos modernos”, indicó el jurado.

Al elegir a estos investigadores, que estaban en la lista de favoritos, el Comité del Nobel en Estocolmo rompió con su tradición de reconocer trabajos con varias décadas de trayectoria.

Karikó, de 68 años, y Weissman, de 64 años, trabajan juntos en la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, y ya ganaron varios galardones por sus investigaciones, incluyendo el premio Lasker Award, considerado un precursor del Nobel.

También ganaron el Premio Princesa de Asturias en 2021, que compartieron con otros científicos.

Padres de la vacuna contra el COVID-19

La tecnología premiada este lunes data de 2005 pero las primeras vacunas que utilizaron ARN mensajero fueron desarrolladas por Pfizer/BioNTech y Moderna contra el COVID-19 durante la pandemia. Desde entonces, se han inyectado miles de millones de dosis todo el mundo.

A diferencia de las vacunas tradicionales que usan virus debilitados o piezas de proteínas de virus, la técnica del ARN mensajero utiliza moléculas que indican a las células qué proteínas producir.

Este proceso simula una infección y esto entrena al sistema inmune para cuando se enfrente a un virus verdadero.

Esta idea fue demostrada por primera vez en 1990, pero no fue hasta mediados de 2000 cuando Weissman y Karikó desarrollaron una forma de controlar la respuesta inflamatoria que sufrían los animales en los experimentos y esto abrió la vía al desarrollo de vacunas seguras para los humanos.

FUENTE: AFP