El hígado es un gran organizador silente. Participa en la digestión, regula la energía y filtra toxinas. Puede congestionarse por automedicación, incluso hasta causar hepatitis medicamentosa, por cenas tardías, mezclas excesivas o por comer de más.
Biorritmo. Según la medicina tradicional china, entre 1 y 3 a. m. el hígado realiza procesos de autorregulación. Dormir profundo y cenar temprano facilita este mantenimiento nocturno
Alimentos amargos. Las hojas amargas como achicoria, diente de león y arúgula favorecen la secreción biliar y despiertan el apetito digestivo. En uso tradicional, el boldo y la carqueja se emplean en periodos cortos de depuración, especialmente en cambios de estación para descargar excesos.
Nutrientes. La alcachofa aporta cinarina, que apoya la digestión, mientras que el cardo mariano es fuente de silimarina, citada en protocolos herbales para el cuidado hepático. El romero se usa como digestivo suave y antiinflamatorio, y la lecitina actúa como emulsificante dietario que ayuda a manejar las grasas dentro de una alimentación equilibrada.
Fermentos y microbiota. Pequeñas raciones de chucrut u otros fermentos junto a las comidas principales apoyan la microbiota, reducen la carga metabólica sobre el hígado y fortalecen la inmunidad.
Hidratación. Un vaso de agua con limón al despertar hidrata y favorece elecciones ligeras durante el día. Aunque el limón es ácido al gusto, su efecto final suele ser alcalinizante en muchos planes dietarios tradicionales.
Combinaciones adecuadas. Las mezclas excesivas y la sobrealimentación son lo que más congestiona al hígado. Es preferible preparar platos simples, masticar bien y quedarse un poco cortos antes que excederse.
Ayuno. Se recomienda realizarlo en luna nueva y combinar pepitas de papaya en ayunas para potenciar el proceso depurativo.
Señales de buena respuesta en el proceso depurativo. Digestión más liviana, menor hinchazón, energía estable, sueño reparador y piel más clara.
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