La curiosidad infantil no tiene límites.
La curiosidad infantil no tiene límites.

Durante una visita a la Casa Blanca, un grupo de pequeños niños conocía la Oficina Oval, despacho del presidente Barack Obama. Uno de los visitantes no se aguantó la curiosidad y le preguntó al mandatario si le podía agarrar la cabeza para ver si el pelo presidencial se sentía como el suyo. La reacción quedó inmortalizada.