Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Ignacio , de 39 años, que nos escribe desde Barranco.

Señora Moro, lo que le voy a contar no es un problema grave, pero sí me incomoda bastante y ya no sé cómo manejarlo. Mi novia, Nataly, es una persona muy dormilona. Cada vez que le escribo o la llamo, suele estar durmiendo. Ella es muy dedicada a su trabajo y bastante organizada. Hace home office, cumple con todas sus responsabilidades y, cuando termina, se da sus siestas o se acuesta muy tarde porque trabaja de noche.

El problema es que yo soy completamente distinto. Me levanto todos los días a las 5:30 de la mañana y lo primero que hago es enviarle un mensaje para desearle un buen día o simplemente conversar un rato. Pero ella recién me responde como a las 11, y eso si no está muy cansada. A veces le envío un meme o le quiero contar algo, pero pasan horas hasta que me responde. Eso me hace sentir solo durante el día.

Ya le he dicho cómo me siento, pero ella le resta importancia. Me dice: “Ay amor, no seas inmaduro, ya no estamos para chiquilladas. Además, pasamos todo el fin de semana juntos”. Sé que no lo hace con mala intención, pero esas palabras me hacen sentir que no valora lo que yo necesito.

No sé si estoy exagerando o si de verdad hay un problema de fondo. ¿Qué me aconseja, señora Moro? ¿Estoy pidiendo demasiado o solo necesito que ella entienda lo que para mí significa estar en contacto?

CONSEJO

Querido Ignacio, conversa con Nataly con calma y exprésale tus sentimientos. Buscar un momento diario para conectarse, aunque sea breve, puede ayudar. Recuerda que cada pareja tiene ritmos distintos; lo importante es construir un equilibrio que los acerque sin presiones. La empatía y el compromiso mutuo marcarán la diferencia.