Sé un taxista de película El secreto del éxito, en cualquier actividad u ocupación que desempeñemos, radica en ser competitivos. ¿Esta premisa también es válida entre los taxistas? Sí, señor.

Y no se trata únicamente de quién corre más rápido, por si acaso. La competitividad implica tener los argumentos para, en nuestro caso, ofrecer un mejor servicio que el colega. Y eso trae como consecuencia que el cliente te busque otro día o utilice el mismo aplicativo móvil.

Ovidio dijo que “un caballo nunca corre tan rápido como cuando tiene que alcanzar y superar a otros caballos”. En términos prácticos, ser competitivo conlleva “derrotar” a tu eventual contrincante, pero con armas legales.

“Don Juan, mañana iré al banco, lo espero a las 10, me lleva y me trae de vuelta”. ¿Cómo se llama eso? Señal de garantía, condimento que no se compra en las esquinas. Esas carreras son las que más me gustan porque cobro por el servicio y por el tiempo de espera.

¿Y qué estoy haciendo? Compitiendo, siendo competitivo. Una vez, conversando con una de mis hijas, me aclaró: “Si no tienes una ventaja competitiva, no compitas”. Se refería, precisamente, a que era imperativo marcar la diferencia como hombre del volante y tener un bolsón de clientes seguros. Encima me regañó: “¿O quieres estar dando vueltas, como pollo a la brasa, para conseguir un pasajero?”.

Santa palabra. Y hay tips que refuerzan la competitividad dentro de nuestra ocupación. Carro limpio, bien aromatizado, todos los protocolos sanitarios establecidos, buena conversación (solo si él o ella la inicia), preguntarle qué tipo de música desea escuchar y tener siempre sencillo para el vuelto porque no hay nada más tedioso que echarse a buscar cambio en tiendas, kioscos o grifos. Salvo que tengas una cuenta.

DE PELÍCULA

El otro día vi en Netflix la película Pasante de moda, con el genial Robert de Niro y la bella Anne Hathaway. Y dice así: Ben Whittaker, un hombre viudo de 70 años, revoluciona un negocio online dedicado al mundo de la moda cuando empieza a trabajar como pasante, volviéndose indispensable y muy querido entre sus compañeros, incluida Jules, la jefa, quien recorre la oficina en bicicleta y que al principio se mostró contraria a contratarlo debido a su edad.

Un buen rato lo utiliza como chofer y, con sus consejos, el impecable Ben prácticamente le arregla la vida. “Tú empezaste este negocio sola hace un año y medio y ahora tienes 220 empleados, recuerda quién lo hizo”.

Competencia pura. Asistencia de calidad. No lo olviden, amigos taxistas.

Competir es la voz. Y nos vamos con el chiste: -Señor, señor, ¿cuánto falta para 2 de mayo? –Ya se pasó, señora, estamos en 28 de julio. ¡Hasta el próximo miércoles!

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