Magaly Moro

Melissa (34 años, Independencia). Estimada doctora Moro, me siento muy mal y todo es culpa de Andrés, un chico con el que estaba saliendo desde junio del presente año.

Lo conocí porque es el hermano de mi compañera de trabajo. Él iba a recoger a Mariela todos los días y, de pasada, me llevaba a mi casa también. Nos caímos muy bien, congeniamos de inmediato y empezamos a escribirnos casi a diario por las redes sociales. A pesar de que nos veíamos en la tarde, siempre por las noches había de qué conversar. Nos coqueteábamos y todo estaba saliendo perfecto. Yo soy una persona organizada, que le gusta planear todo y me mentalicé que para octubre o más tardar noviembre, él ya me estaría pidiendo que sea su pareja de manera oficial.

Es importante señalar que prácticamente ya estábamos, solo faltaba la pregunta. Todo lo hacíamos a espaldas de Mariela, porque no queríamos involucrarla todavía.

Sin embargo, hace un par de días, mientras almorzaba con su hermana, ella me dijo que había visto a su hermano ilusionado y súper atento al celular.

Muy emocionada le pregunté si sabía cuál era la razón y respondió: “Obviamente sí, el fin de semana nos llevó a su nueva amiguita a la casa y la presentó a mis padres. Está enamoradísimo”.

Doctora, el mundo se me vino encima. Me sentí vilmente burlada, hasta lloré de impotencia. Desde entonces, he preferido no irme con ellos, Andrés me envía mensajes pero no los he respondido. Quisiera reclamarle, pero no éramos nada. ¿Qué hago?

OJO al consejo

Querida Melissa, si bien ustedes no eran pareja de manera oficial, él sabía lo que tú sentías y tienes todo el derecho de reclamarle. Sin embargo, si prefieres tomar distancia también es entendible.  Lastimosamente, Andrés jugó contigo y eso debes tenerlo claro.

Ve lo positivo, si así se portó contigo antes de estar en una relación, de lo que te libraste. Suerte.