Magaly Moro |

Blanca (32, La Victoria). Doctora Moro, la historia que le voy a contar más parece una comedia, pero es real. No puedo creer que Jesús, mi novio, me exija que elija entre él y mi gato Camilo. ¡Imagínese!

Con Jeshu llevo 7 años de relación, recientemente nos comprometimos y teníamos pactado casarnos en julio de este año, pero como van las cosas, hasta ya me estoy desanimando. La antipatía que siente mi pareja por mi gatito surgió en la cuarentena.

Como vivo sola, él empezó a quedarse por tiempos prolongados en mi departamento y fue entonces que empezó todo. Según Jesús, yo trato como humano a Cami y dejo que él haga conmigo lo que le da la gana. No lo voy a negar, mi minino es muy especial, también es celoso, territorial, una joyita.

Muchas veces Jesús me pedía que no permita que el gato se suba a los muebles, cama y en la tapa del inodoro. “Es incómodo ver al animal en todos lados cuando tiene su casa de cartón”, gritaba.

Por su parte, Camilo no cooperaba y hasta parecía darse cuenta de todo lo que le molestaba a Jesús y lo hacía. Incluso, lo arañó dos veces y una noche, cuando estábamos besándonos, se le abalanzó.

Por todas esas situaciones, Jesús me ha dicho que cuando nos casemos dé en adopción a ese animal “agresivo”. “Yo o ese gato, tú eliges”, me amenazó. Pensé que era broma, pero es en serio.

El asunto, señora Moro, es que yo amo a ese gato y no lo pienso regalar. Soy capaz hasta de terminar con Jesús.  Ya se lo dije, pero él cree que estoy jugando. ¿Qué hago?

Ojo al consejo

Estimada Blanca, tu pareja no te puede exigir cosas, ustedes están próximos a casarse y todo debería solucionarse a través de una buena comunicación.

Te propongo que hables seriamente con tu novio y le digas lo mucho que significa para ti Camilo. Traten de llegar a un acuerdo en el que ambos estén conformes. Si no quiere negociar, entonces piensa bien las cosas.

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