La temporada de fin de año suele traer consigo un clima de festejo y actividades de integración en las empresas, desde cenas y encuentros hasta intercambios de regalos. Sin embargo, no todos los colaboradores se sienten cómodos participando, ya sea por motivos personales, culturales o simplemente porque prefieren mantener su espacio personal. Este escenario representa un desafío para los líderes, quienes tienen la oportunidad de fortalecer la cultura organizacional y el bienestar emocional del equipo.
“Las celebraciones no deben ser una obligación ni generar estrés. Se trata de crear espacios donde la inclusión y el respeto sean prioridad”, afirma Giancarlo Ameghino, gerente de Gestión y Desarrollo Humano del Grupo Crosland.
Para lograrlo, se recomiendan acciones concretas:
1. Opciones inclusivas: no todos desean participar en el intercambio de regalos o en actividades grupales. Ofrecer alternativas como juegos voluntarios, brunches o espacios de socialización más relajados permite que cada colaborador elija cómo sumarse.
2. Liderazgo empático: los líderes pueden dar el ejemplo al respetar la diversidad de creencias y preferencias. Mostrar interés por la comodidad y bienestar de cada miembro fortalece la confianza y la motivación.
3. Pequeños gestos que suman: reconocimiento público, notas de agradecimiento o dinámicas que celebren logros individuales y de equipo generan un impacto positivo y duradero, más allá de la festividad.
4. Comunicación clara: informar con antelación sobre las actividades, horarios y participación voluntaria evita malentendidos y reduce la presión social.
5. Manejo de la no participación: los líderes deben asegurarse de que quienes no deseen participar no se sientan excluidos ni juzgados. Preguntar de manera discreta si necesitan apoyo o simplemente darles espacio demuestra respeto y refuerza un ambiente de confianza y seguridad emocional.
6. Inclusión y reconocimiento post-evento: después de la celebración, es importante que los líderes reconozcan y valoren a todos los miembros del equipo, incluyendo a quienes optaron por no participar. Esto puede ser mediante reuniones de feedback, agradecimientos individuales o destacando contribuciones del año, asegurando que nadie se sienta aislado y que todos perciban que su aporte es valorado.
Estas prácticas no solo mejoran el clima laboral, sino que fortalecen la relación entre colaboradores y líderes. Una celebración bien organizada puede convertirse en una experiencia significativa que refuerce la cultura y la motivación de todos los miembros del equipo.
“Lo importante es que nadie se sienta excluido ni obligado. Cuando los equipos disfrutan de manera voluntaria y respetuosa, se potencia la integración y se promueve un ambiente laboral saludable y humano”, concluye Ameghino.
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