La dermatilomanía consiste en pellizcarse la piel descontroladamente. Asimismo, se manifiesta cuando uno se rasca o arranca el cutis (o “el pellejito”, como se dice popularmente) hasta que la carne o las capas interiores de la dermis queden desprotegidas. Ni siquiera el dolor impide que los afectados por este mal dejen de lacerar su piel. Otros indicios de la afección son:
- Aparición de moretones, infecciones, sangrado y hasta daño permanente
- Sensación de alivio o calma tras pellizcarse
- Deseo de pellizcarse en momentos de aburrimiento o inactividad, sobre todo en la cara
Más allá del poder de los medicamentos, más efectivo puede ser el uso de terapias cognitivo-conductuales, pues implica reconocer las situaciones que activan el trastorno y así trabajar más efectivamente en el control del deseo.