Los son confidentes eternos y compañeros incondicionales para toda la vida; sin embargo, eso no quita que exista rivalidad y tensiones entre ellos, especialmente cuando son niños y adolescentes. Así pues, los deben ser los primeros en controlar y corregir estas disputas para que no llegue a mayores.

Si usted ya es papá de más de un hijo, debe estar acostumbrado a los sollozos e insultos que suelen darse entre sí. En definitiva, estos conflictos son totalmente normales en los pequeños de casa, ya que forman parte de su crecimiento. No obstante, su rol no es evitar que existan peleas, sino enseñarles que es posible encontrar una solución mediante el diálogo.

No espere las agresiones

Por lo general, los padres deben mantenerse al margen y dejar que los hijos gestionen el conflicto por sí mismos, pero deberá intervenir cuando las palabras dejen de ser respetuosas y, más bien, sean hirientes. Llegado este punto, lo primero que debe hacer es separarlos para no llegar a los golpes y tratar de calmarlos cada uno por su lado.

¿Cómo actuar después de la pelea?

Cuando ambos estén más tranquilos, es momento de hablar de lo sucedido. Para ello, es importante adaptar el lenguaje a la edad de los niños para que ellos puedan comprenderlo sin problemas. Por ejemplo, puede preguntar: ¿Qué pasó? ¿cómo se sienten ahora? ¿cómo creen que se ha sentido el otro? ¿qué soluciones son las mejores?

Es fundamental que ambos validen sus emociones y se sientan escuchados por usted. Luego, seleccione una entre todas las soluciones dadas y póngala en práctica, con la condición de revisar antes si los dos están contentos con esa salida. Si es así, adelante. Si no, elija otra de la lista y siga probando.

Evite estos errores

  • Estimular la competencia: Esto solo hará que la rivalidad se incremente y las peleas sigan ocurriendo, incluso con más intensidad por demostrar quién es el mejor.
  • Buscar culpables: Evite preguntar quién fue el que inició el conflicto, pues no aporta nada en la solución del problema en cuestión.
  • Compararlos: Es una de las actitudes más erróneas que cometen los padres, afectando seriamente la autoestima de los hijos. En lugar de hacer eso, hágales saber que cada uno es diferente, pero igual de valioso.
  • Demostrar preferencia por uno: Puede darse que uno de los dos haya reaccionado de la mejor manera, pero como padre no puede demostrar más afinidad por uno de los hijos. Trate a los dos por igual.
  • Ignorarlos: Jamás evite el conflicto, ya sea por cansancio o estrés. Si lo hace, le enseñará a sus hijos que la única forma de solucionar desacuerdos es a través de los gritos.

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