Muchos niños no se quejan de ver mal, pero eso no significa que su visión esté bien. Lo demuestran con gestos o actitudes que a veces se pasan por alto. La Dra. Marleni Mendoza, oftalmóloga y asesora científica de Laboratorios Lansier, explica qué conductas pueden alertarnos.
ACERCAMIENTO. Cuando un niño se acerca mucho a la televisión, libros o dispositivos, puede estar intentando ver mejor. Esta conducta es una forma común de compensar la baja agudeza visual o dificultades para enfocar correctamente los objetos.
GESTOS. Entrecerrar los ojos o inclinar la cabeza al mirar algo puede ser un intento inconsciente por mejorar el enfoque visual. Estos gestos son frecuentes en niños con miopía o astigmatismo y no deben pasar desapercibidos por padres o cuidadores.
DOLORES. Los dolores de cabeza al final del día pueden deberse a esfuerzo visual constante. Cuando hay problemas de visión no corregidos, la fatiga ocular se acumula, generando molestias físicas que el niño tal vez no sepa expresar claramente.
DESEMPEÑO. El bajo rendimiento escolar sin causa aparente puede estar vinculado a una dificultad visual. Algunos niños evitan leer o escribir porque no ven bien, lo que puede interpretarse erróneamente como falta de atención o interés en el estudio.
OJOS. Parpadeo excesivo, ojos llorosos o rojos pueden indicar fatiga visual, sequedad ocular o alguna alteración que requiere revisión médica
Problemas visuales como la miopía, hipermetropía, astigmatismo o estrabismo pueden tratarse con éxito si se detectan a tiempo.
TROPIEZOS. La dificultad para calcular distancias, caídas o choques frecuentes pueden ser señales de problemas con la percepción visual o la coordinación.
PREVENCIÓN. Se recomienda hacer controles visuales a los 6 meses, 3 años y antes del colegio. Luego, deben ser anuales, incluso si el niño no presenta síntomas. TE PUEDE SERVIR:
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