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En la infancia, las personas somos emocionales y las heridas más grandes que podemos tener son por no haber sido comprendidos ni escuchados por nuestros propios padres. Con el pasar de los años, estas carencias empiezan a manifestarse causando un desequilibrio en nuestro vida.
“Un niño herido es un adulto en supervivencia. Un niño amado, es un niño que va a amar y valorar a los demás”, comenta la terapeuta y especialista en biodescodificación, Isabel Aragonés.
La especialista también explica que cuando un niño sufre una herida emocional, se detiene en el tiempo. “Si mi mamá me dijo algo feo, yo lo voy a guardar en mi inconsciente, y esa herida la voy a tener toda la vida y eso terminará por afectar nuestra autoestima”, añade.
Para sanar a ese herido niño interior y resolver esos conflictos que no nos dejan vivir felices, la especialista recomienda:
1. Reconociendo que aún me duelen cosas de mi pasado. Ese niño carga con las heridas de traumas pasados y cuando esos patrones se presentan cuando somos adultos, es cuando nos damos cuenta que ese niño sigue vivo en nuestro interior.
2. Reconocer que necesito ayuda para sanar mi historia pasada. Las heridas no se resuelven solas, hay que trabajarlas para sanarlas. Y eso es ir al pasado para resolver lo pendiente. A veces necesitarás acudir con un profesional.
3. Ser conscientes que yo no puedo cambiar mi pasado, ni a mis padres, pero sí puedo ser responsable de mi mismo y de mi futuro. Tus padres no son malos, sencillamente sus niños interiores también fueron heridos en el pasado.
4. Aprendo a escuchar a mi niño interior y a amarlo. Tu niño interior son tus sueños, sentimientos y fantasías, así que es necesario dejarlo salir y darle permiso para decirme todo lo que no pudo decir.
Isabel Aragonés es fundadora y Gerente de Co-crear, Centro para la Vida Espiritual y el Desarrollo Personal. Además, es consteladora familiar, facilitadora y conferencista internacional.
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