Arte a puerta abierta
Arte a puerta abierta

Pieza por pieza, los artesanos ayacuchanos hacen trabajar las manos para traer a la vida auténticas obras maestras. Retablos, cruces de pasión de Cristo y miniesculturas en piedra proveniente de la provincia de Huamanga descubren la amplia geografía de la artesanía. Así, Ayacucho, cuna de artistas populares, ofrece una clase maestra inolvidable.

A GOLPE DE PINCELADAS. La fría apariencia de la hojalata toma forma con un puntero, una tenaza y la mágica técnica del retablista Teófilo Araujo Choque. Con los colores adecuados, este pedazo de hierro se transforma en una flor, zorro andino, colibrí o todo ser que se le apetezca a él (y a sus clientes).

La belleza de la hojalatería brinda un toque de distinción en puertas y balcones. Sus cruces de la pasión de Cristo resaltan en iglesias y funerales.

LOS COLORES DE LA PIEDRA. Ámbar, gris, blanca o negra, las tonalidades de las miniesculturas en piedra de Huamanga pueden ser adornos tradicionales hasta utensilios artesanales (saleros, ceniceros, candelabros). Todas talladas por el artista Benjamín Pizarro Lozano.

INSTANTÁNEA DE LO COTIDIANO. A diferencia de Benjamín y Teófilo, Silvestre Ataucusi Flores no proviene de una familia de artistas. Debido a los años de violencia, Silvestre fue empujado a escapar a la capital de Ayacucho, lugar donde conoció al retablista Florentino Jiménez, su maestro. Tras largos años de práctica, estableció su propio museo, la Casa del Retablo. Este espacio no solo ofrece talleres y alojamiento al turista, también rescata los retablos en mal estado para restaurarlos. La temática de estos ejemplares va desde un casamiento hasta escenarios de pasajes bíblicos.