“Los padres no deben esperar a que el pequeño se enferme para llevarlos al doctor”, advierte el pediatra, Jorge Mucha. (Foto: Difusión)
“Los padres no deben esperar a que el pequeño se enferme para llevarlos al doctor”, advierte el pediatra, Jorge Mucha. (Foto: Difusión)

Con el objetivo de saber cómo va su crecimiento, prevenir enfermedades, detectar alteraciones y despejar cualquier duda que podamos tener sobre su desarrollo es recomendable llevar a nuestros niños en el primer año de vida al chequeo pediátrico periódico.

Cualquier enfermedad detectada a tiempo, siempre tendrá más posibilidades de mejor tratamiento y recuperación. Por eso, el pediatra Jorge Mucha, de la Clínica Ricardo Palma, explica que esta cita médica sirve para controlar el peso, talla, hábitos alimenticios, esquema de vacunación, habilidades, correcto desarrollo psicomotriz y realizar un examen físico minucioso para descartar cualquier patología.

Durante el control de rutina también se brinda consejería a los padres de familia para el cuidado adecuado del bebé y la promoción de hábitos de vida saludable desde la infancia. De igual forma, se brindan indicaciones para prevenir anemia y se efectúa descarte de parasitosis.

Frecuencia de los controles

Desde el nacimiento hasta los 28 días, el niño debe acudir semanalmente a su chequeo. A partir del mes hasta los 11 meses de edad, en forma mensual; de los 12 a los 23 meses, bimensualmente; y de los 24 a 59 meses, las revisiones son trimestrales.

Los padres no deben esperar a que el pequeño se enferme para llevarlos al doctor. Los chequeos médicos periódicos permiten tener la certeza de que están creciendo en forma saludable”, advierte el pediatra.

Explica, por ejemplo, que en el examen físico en cabeza puede detectar microcefalia o macrocefalia; en ojos, estrabismo; en boca, alteraciones del paladar; en piel, dermatitis y otras afecciones dermatológicas. Mientras que en el corazón y pulmones se chequea el ritmo cardiaco y la capacidad respiratoria.

En tanto, en el abdomen se descarta órganos agrandados o masas inusuales; y en la cadera y piernas, dislocaciones u otros problemas articulares que puedan tener consecuencias a corto y mediano plazo.

El pediatra también debe revisar los genitales del menor. En varones debe chequear que no tenga fimosis o prepucio estrecho y que los testículos hayan descendido hasta el escroto. En niñas, debe verificar que no tengan sinequias vaginales (unión de los labios menores).

Ahora que conoce la importancia de los controles de rutina de un niño sano, no olvide agendar una cita con su pediatra. Los centros de salud cuentan con protocolos de bioseguridad para que sus visitas sean seguras.

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