José Narosky, el longevo escritor argentino, tiene una frase que podría hacer meditar al ministro de Salud luego de sus infortunadas declaraciones funcionales contra sus colegas enfermos de en Iquitos, que hasta podrían llevarlo a perder el puesto.

Escuchen: “El médico que no entiende de almas, no entenderá cuerpos”. Tal cual.

¿Y qué había denostado ? Esto: “…Desde el punto de vista constitucional, todos los profesionales son igual de ciudadanos que el resto de nosotros”.

La frase ha puesto contra la pared al titular del Minsa porque aludió a galenos que, en la práctica, son los soldados de primera línea que enfrentan a la pandemia.

Sí, claro, los médicos son tan respetables como los profesores, por ejemplo, pero en esta circunstancia, con una pandemia que va camino a los cien mil contagiados en nuestro país, a ellos, a los salvavidas, hay que ofrecerles una deferencia, máxime si han caído en las garras de la enfermedad.

Ese ha sido el pecado del ministro Zamora. La falta de tino y también de sensibilidad. Tan es así, que el propio mandatario ordenó utilizar el avión presidencial para trasladar al personal médico de Iquitos para ser atendido en Lima. Como diciéndole a Zamora: “Para tu libro”.

Como remate, el vicedecano del Colegio Médico del Perú, Ciro Maguiña, anunció su retiro del comité de expertos que trabaja con el Minsa en la lucha contra el COVID-19, alegando estar dolido por el maltrato a sus colegas y la pasividad del referido ministro.

El Congreso, cuándo no, ya metió su cuchara y a través de Unión por el Perú, el grupete de Antauro Humana, cuándo no, pide la salida de Víctor Zamora porque, dizque, “no está a la altura de las circunstancias”.

Peleándonos en plena guerra contra el bicho cornudo. Habrase visto.

Esto fue todo por hoy, cierro el Ojo Crítico, hasta mañana si Dios lo permite.