A ver. Decretada ya la cuarta cuarentena, que va hasta el 10 de mayo, domingo en el que deberíamos haber festejado con todo a la santa madrecita, es imperativo recordar que el esfuerzo del Gobierno tiene que venir acompañado del acatamiento de la población. Si no, habremos arado en el mar.

Y la premisa presidencial es clara, vigente y hasta romántica: “Nos alejamos ahora para abrazarnos después”. ¿Se imaginan los ríos de lágrimas de alegría y millones de besos y abrazos interminables que se verán cuando acabe esta pesadilla llamada ?

Entonces, apostemos por la vida. Y la vida es eso: Salud. Y salud es caminar, trabajar y divertirnos tranquilos. ¿Cómo llegaremos a ese estatus? Aplastando al coronavirus con los obuses de la prevención y normas establecidas.

Ayer el mandatario lo reiteró: “… esta enfermedad nos obliga a cambiar nuestro estilo de vida, nuestros hábitos”. Yo acotaría que necesitamos una reinvención, una mutación hacia una existencia de respeto a la tierra que habitamos y al Dios que la creó. ¿No ven cómo la naturaleza hace fiesta en ausencia nuestra?

Así que, para sacudirnos de esta pandemia y retomar el flujo productivo y económico, debemos ingresar a la maratón de que habla Vizcarra y no quedarnos en los 100 metros planos. Eso implica resistir, asistir, pero sobre todo orden y sensibilidad.

Mascarillas, guantes, distancia, desinfección, los protocolos al regresar a casa, no salir en mancha, salir para lo estrictamente necesario, no más aglomeraciones en los mercados, etc. ¿Tan difícil es caminar derecho para que no nos alcance el virus?

Esto fue el Ojo Crítico de hoy, visiten mis redes sociales, hasta el lunes con el favor de Dios.