La pepa de la conferencia de hoy del presidente es que las farmacias, que se estaban pasando de vivas en plena pandemia, venderán obligatoriamente medicamentos genéricos para tratar el . ¡Toma, mientras!

Dicho de otro modo, para que se entienda, el Gobierno -a través de una norma del ministerio de Salud- agregará los medicamentos genéricos usados para el coronavirus en la parrilla que obligatoriamente deben expender todas las farmacias y boticas del país.

Es más, el mandatario criticó sin contemplaciones a aquellos empresarios que “queriendo aprovecharse de la desgracia” originada por la crisis sanitaria “eleven el precio de las medicinas”. No lo dijo Vizcarra, lo digo yo: esto es un crimen de proporciones y debe revisarse ya mismo el tema punitivo.

“Para los científicos es una enfermedad nueva, no existe nada escrito, pero se ha ido encontrando que algunos medicamentos mejoran la situación de los pacientes. Sin embargo, inmediatamente comienza a acapararse, a especular y a subir de precio dichas medicinas”, alegó un poco fastidiado el jefe del Estado.

García Márquez escribió que “no hay medicina que cure lo que no cura la felicidad”. Fenomenal, querido Gabo, pero la oración se trastoca cuando, además de medicina, la felicidad también está enferma, ¿verdad? Y este es el caso.

Y es que así es nuestro país. En ocasiones lindo, dadivoso, muy generoso y solidario con la necesidad ajena. Pero en otras, insoportable, indolente, irresponsable, abusivo, de corazón duro como una piedra.

Pero, señores, estamos en una pandemia mundial que para mañana miércoles ya habrá pasado los 100 mil contagiados en nuestro país, y esto debe conmovernos para cuidarnos los unos a los otros y no tratar de hacer negocio hasta con una pastilla que, escuchen, puede marcar la raya entre la vida y la muerte. Palabra que sí.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana de todas maneras.