La prolongación de la cuarentena, por orden palaciega, estaba más cantada que la forata oficial a la congresista Mercedes Aráoz como vicepresidenta de la República. Nos vamos hasta el 24, aunque con recreo hasta las 8 de la noche.
Y es que no había otra salida frente a la compulsiva terquedad de miles de peruanos de salir a las calles, apiñarse como pescados en los mercados o bancos y llenar los hospitales de contagiados por Covid-19.
Esto, ciertamente, de alguna manera, pone freno al plan de reactivación productiva que estaba en marcha, por más que algunas actividades tengan luz verde, y renueva el fastidio de quienes están cumpliendo con las medidas del estado de emergencia y deben seguir dos semanas más encerrados.
Pero estas dos semanas de yapa tenían que ser distintas, de forma y de fondo. Y lo son. De forma porque ya no se perdonará más desorden y el desacato de quienes gustan de coquetear con la pandemia. Y de forma, porque este virus, como ha dicho el mandatario, debe tocar su techo y empezar a descender. Llegar a esa magnitud de 1% de contagios.
Nos alegra, eso sí, que el bul o la mira para achatar al coronavirus sean los mercados, bancos y los paraderos, o sea el transporte. En estas tres locaciones, el Covid pulula a su gusto y ya es hora de quitarle la corona.
Por lo demás, era urgente intervenir a esos 36 mercados en estado crítico a nivel nacional.
Como nos parece acertado que los chicos hasta los 14 años salgan con su padre o madre a estirar las piernas cerca de la casa. Eso les hará bien para llevar el año escolar virtual con menos estrés.
Así que nos falta un esfuerzo más, y hay que hacerlo por nosotros y por la mamita en su día.
Eesto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta el lunes.