La cruda realidad que se vive en los hospitales y centro de salud a causa del incremento de los casos de dengue generados por las lluvias, los desbordes y las inundaciones, es una situación que se veía venir desde que se hizo presente el llamado “ciclón Yaku”. Estaba claro que la acumulación de agua iba a generar la proliferación del zancudo trasmisor el mal. El problema es que, como suele suceder, no se tomaron las medidas de previsión para poder atender a los contagiados. Ahora, la situación se ha agravado por el crecimiento de las infecciones respiratorias agudas, especialmente en menores de cinco años. Como siempre, los más perjudicados son los que acuden a los centros de salud públicos, es decir, los peruanos de menores recursos económicos. Sin duda, las autoridades peruanas no han aprendido la lección de emergencias pasadas como la del Niño Costero de 2017, en que también se dispararon los casos de dengue tras las lluvias e inundaciones. Estaba todo cantado, pero prefirieron mirar a otro lado. Qué indignación.