Por: Sara Abu Sabbah

Santo inocente es aquel niño que pide golosinas, comida o bebida a cualquier hora, según su antojo. Como consecuencia gana al menos cuatro condiciones: el peso extra, las caries dentales, el incremento de riesgo de obesidad, enfermedades crónicas en la adultez y el ser señalado como el niño gordito.

Uno de los errores más frecuentes es ponerle a ese menor la etiqueta de estar ansioso por comer, cuando en realidad lo que ha ganado, en la mayoría de casos, es un mal hábito. Algo que siempre les digo a los padres en mi consulta es: “ustedes deciden qué come el niño, mientras que el niño decide cuánto comer”. Esta regla se cumple solo si se mantienen horarios disciplinados de comida.

Los niños necesitan comer cinco veces al día (desayuno, media mañana, almuerzo, media tarde y cena) y deben tener un espacio de tiempo de tres a cuatro horas entre cada una de ellas. Si esto se cumple, esa costumbre de pedir alimento a cada rato se corregirá y comerá solo la cantidad que su cuerpo verdaderamente necesita.